Antes de la segunda peregrinación del Papa Juan Pablo II a Polonia (junio de 1983), la agencia de viajes polaca Orbis se puso en contacto con la empresa checoslovaca de alquiler de coches Pragocar para solicitarle 60 vehículos durante la peregrinación. Los polacos necesitaban estos autos para los invitados extranjeros. El acuerdo propuesto era financieramente muy ventajoso para la empresa checa. Sin embargo, Pragocar se negó, alegando otras necesidades, lo cual no era cierto.
Según el agente que informó de este hecho al servicio secreto checoslovaco, la verdadera y única razón del rechazo fue «no apoyar de ninguna manera la visita del Papa a la República Popular de Polonia».
Puede parecer un hecho insignificante, pero ilustra cómo operaba el régimen anterior en Checoslovaquia: incluso un acuerdo económicamente favorable era rechazado por motivos puramente ideológicos, en un momento en que la economía checoslovaca padecía una escasez constante.
Simplemente no apoyamos la superstición. Y punto.
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